Estados Unidos quiere que el mundo comprometa miles de millones en la
reconstrucción de Irak durante la Conferencia de Donantes cuya celebración
en Madrid está prevista para finales de octubre. La respuesta del mundo
debería ser un "no" rotundo. La reconstrucción a largo plazo de Irak no
necesita ninguna ayuda financiera extranjera. Lo que necesita es un acuerdo
político, que sólo se logrará con la retirada de las fuerzas de ocupación
estadounidenses. Los miles de millones de dólares que EE UU quiere reunir
deberían canalizarse hacia las verdaderas emergencias sociales, como la
lucha contra el sida y el hambre.
Mientras Estados Unidos siga siendo una
fuerza de ocupación en Irak, es poco probable que se logre la estabilidad
política, lo cual hace también improbable la estabilidad económica. Los
ataques contra la ocupación estadounidense han logrado detener gran parte de
las exportaciones de petróleo de Irak. El oleoducto al norte de Turquía ha
sido bombardeado repetidamente y sólo funciona esporádicamente, si es que
llega a funcionar. Los campos petrolíferos del sur no tienen suficiente
electricidad para funcionar a pleno rendimiento, ya que el sistema eléctrico
también es blanco de repetidos bombardeos.
En efecto, Irak extrae supuestamente entre 1 y 2 millones de barriles
de petróleo diarios en vez de los 2 o 3 millones de barriles que el país
puede fácilmente extraer en situación de paz.
La verdadera causa de la crisis económica de Irak es la escasez de
beneficios petrolíferos y no la falta de ayuda extranjera. Cada reducción de
un millón de barriles por día se traduce en una pérdida de ingresos de
alrededor de 30 millones de dólares al precio de mercado mundial actual de
30 dólares por barril. Si Irak aumentara su exportación de petróleo en un
millón de barriles por día -algo que se podría lograr rápidamente si cesaran
los ataques a su infraestructura- tendría unos ingresos adicionales de
10.000 millones de dólares anuales para comenzar la reconstrucción. En un
periodo de tres años, la producción de petróleo podría aumentar
probablemente hasta rondar los cinco millones de barriles por día, lo que
supondría un incremento de entre 30.000 y 40.000 millones al año, suficiente
no sólo para restaurar los servicios básicos, sino también para lograr a
medio plazo grandes mejoras en el nivel de vida y el crecimiento económico.
Irak sería un país con ingresos medios, y no necesitaría en absoluto ayuda
oficial para el desarrollo. Los mayores costes en Irak no se derivan de la
reconstrucción, sino de las tropas estadounidenses. Estados Unidos está
desembolsando la asombrosa cantidad de 51.000 millones de dólares por año
para mantener 140.000 efectivos militares, un escandaloso coste de alrededor
de 360.000 dólares anuales por soldado. Si en 2004 Estados Unidos retirara
sus tropas y proporcionara a Irak sólo una fracción del ahorro financiero,
habría suficientes ingresos para dirigir el Gobierno iraquí y apoyar la
recuperación de la producción de petróleo.
Al centrar la atención mundial en una crisis económica que realmente
no existe, Estados Unidos ha desviado la atención del público de graves
crisis que sí existen. Consideren la lucha contra el sida, la tuberculosis y
la malaria. En 2004, alrededor de ocho millones de personas morirán de estas
enfermedades prevenibles y tratables. Para luchar contra ellas, en 2001 se
creó a nivel mundial un Fondo Global. Sin embargo, para el año fiscal 2004,
la Administración de Bush sólo destinará al Fondo Global 200 millones de
dólares. Por cada uno de estos dólares, la Administración de Bush está
destinando 350 dólares a Irak, lo cual constituye un grotesca distorsión de
las prioridades.
Es hora de que el mundo obligue a Estados Unidos a enfrentarse con la
dura verdad. Estados Unidos debería dejar de despilfarrar tanto dinero en
gasto militar y recanalizar dichos esfuerzos hacia los más pobres del mundo.
Ése es un esfuerzo económico en el que el mundo puede y debe participar.
Traducción de News Clips.